Washington despliega el USS Gerald R. Ford con miles de marinos y aeronaves frente a las costas caribeñas. Caracas responde con 200.000 militares movilizados y Moscú advierte sobre el peligro de una escalada internacional.
La llegada del portaaviones más grande de Estados Unidos, el USS Gerald R. Ford, al Caribe reavivó las tensiones regionales y colocó nuevamente a Venezuela en el centro del tablero internacional. El despliegue —que incluye más de 4.000 marinos, decenas de aeronaves tácticas y un grupo de ataque completo— fue presentado por el Pentágono como parte de una operación “contra el narcotráfico”. Sin embargo, analistas y gobiernos extranjeros lo interpretan como un movimiento de presión directa contra el gobierno de Nicolás Maduro.
En respuesta, el ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino López, anunció una movilización militar sin precedentes: más de 200.000 efectivos desplegados en todo el país, junto con medios terrestres, navales, aéreos y misilísticos. Según explicó, se trata de una maniobra de “defensa ante las amenazas imperiales”.
El secretario de Guerra estadounidense, Pete Hegseth, ordenó al grupo de ataque del portaaviones apoyar la directiva del presidente Donald Trump, bajo el argumento de combatir el “narcoterrorismo” en la región. Desde agosto, Washington mantiene una presencia naval en el Caribe que ya provocó al menos 75 muertes y la destrucción de una veintena de embarcaciones.
Rusia, por su parte, advirtió que las acciones de Estados Unidos no harán más que “desestabilizar la región”. El ministro de Exteriores Serguéi Lavrov descartó que Venezuela haya solicitado ayuda militar a Moscú, aunque recordó que ambos países mantienen un tratado de asociación estratégica “en vías de plena ratificación”.
Reino Unido también se distanció de Washington: según fuentes diplomáticas, Londres decidió dejar de compartir información de inteligencia sobre embarcaciones sospechosas de narcotráfico tras considerar que los ataques estadounidenses son ilegales y violan el derecho internacional.
El Parlamento venezolano, de mayoría chavista, aprobó además la “Ley del Comando para la Defensa Integral de la Nación”, que refuerza la recopilación de información militar y la capacidad de respuesta ante “cualquier amenaza externa”.
La presencia del portaaviones Gerald R. Ford —una superestructura flotante con capacidad para lanzar ataques aéreos de largo alcance— marca un nuevo punto de tensión en el Caribe. Mientras Washington insiste en que su misión apunta al crimen organizado, Caracas denuncia una operación encubierta para desestabilizar al país y probar su defensa militar.
