El bombardeo israelí contra dirigentes de Hamás en Doha sacudió el tablero diplomático de Oriente Medio. La ofensiva, que dejó al menos cinco miembros del movimiento palestino muertos, no alcanzó a la delegación negociadora reunida en Catar para discutir una propuesta de alto el fuego en Gaza. El episodio ha desatado tensiones entre Israel, Catar y la comunidad internacional, que advierte de un grave retroceso en las conversaciones de paz.
El blanco israelí y las bajas confirmadas
El gobierno de Benjamín Netanyahu afirmó que se trató de una operación “quirúrgica” dirigida contra la cúpula de Hamás, como represalia al ataque ocurrido en Jerusalén un día antes que dejó seis muertos. El presidente Isaac Herzog precisó que el objetivo era Khalil al Hayya, jefe del equipo negociador del grupo islamista, quien se encontraba en Doha liderando las conversaciones.
Hamás reconoció la muerte de cinco de sus integrantes, entre ellos Hamam Khalil al Hayya —hijo del negociador— y Yihad Labad, director de su oficina. Sin embargo, subrayó que “la dirección política sobrevivió”, confirmando que ninguno de los delegados de alto rango cayó en el ataque.
Fuentes cataríes reportaron también la muerte de un policía local y varios agentes heridos durante la ofensiva, que se produjo en plena capital del emirato.
Condena internacional y riesgo para la mediación
Doha, que desde hace años alberga el buró político de Hamás y juega un rol clave en las conversaciones de tregua junto a Egipto y Estados Unidos, calificó el bombardeo como un “acto cobarde” y abrió una investigación oficial. Además, negó haber recibido un aviso previo de Washington, pese a que la Casa Blanca aseguró haber compartido información con sus aliados y definió el ataque como un “objetivo legítimo” aunque “desafortunado”.
La respuesta internacional fue inmediata: António Guterres denunció una “violación flagrante de la soberanía catarí”, mientras Emiratos Árabes Unidos habló de “escalada irresponsable”. Egipto, mediador habitual, alertó de un “precedente peligroso” que podría dinamitar futuras rondas de diálogo.
En Israel, las familias de los rehenes en Gaza expresaron preocupación por las posibles consecuencias en las negociaciones. De los 48 cautivos que se estima siguen en la Franja, solo unos 20 estarían con vida, según medios israelíes.
Aunque Hamás sostiene que el ataque “fracasó” en su intento de descabezar a la delegación, el golpe ha añadido más incertidumbre a un proceso de tregua ya frágil y podría poner en jaque el papel de Catar como mediador central en la guerra de Gaza.