Madagascar atraviesa uno de los momentos más tensos de su historia reciente. Una unidad del ejército, conocida como CAPSAT, se amotinó este fin de semana y se unió a los miles de manifestantes que exigen la renuncia del presidente Andry Rajoelina, marcando un punto de inflexión en las protestas que desde septiembre sacuden al país.
El domingo, el ministro de las Fuerzas Armadas, Manantsoa Deramasinjaka Rakotoarivelo, reconoció oficialmente al general Démosthène Pikulas como nuevo jefe del ejército, tras ser designado por los militares rebeldes. Durante la ceremonia, el ministro declaró: “Le doy mi bendición”, en un gesto que sorprendió incluso a los propios mandos del gobierno.
La decisión fue interpretada como un intento de contener la crisis militar que amenaza con desestabilizar por completo al país. Pikulas, por su parte, afirmó que el ejército “tiene la responsabilidad de restablecer la calma y la paz en todo Madagascar”, aunque evitó pronunciarse sobre la continuidad del presidente.
Un intento de toma del poder
La presidencia de Madagascar denunció oficialmente un “intento de tomar el poder de manera ilegal y por la fuerza”. En un comunicado, Rajoelina aseguró que se está desarrollando “un intento de golpe” y pidió a las instituciones del país unirse en defensa del orden constitucional.
Mientras tanto, la unidad CAPSAT, con gran peso histórico —fue clave en el levantamiento de 2009 que llevó al propio Rajoelina al poder—, anunció que asumía el control del comando militar de las fuerzas terrestres, aéreas y navales.
Protestas lideradas por jóvenes

Las manifestaciones comenzaron el 25 de septiembre, impulsadas por la falta de agua, electricidad y empleo, y pronto se transformaron en un movimiento político liderado por la llamada Generación Z Mada.
El sábado, miles de manifestantes lograron ocupar por primera vez la Plaza 13 de Mayo, símbolo de las grandes rebeliones en la historia del país. “Finalmente conquistamos la Plaza de la Democracia. No pararemos hasta que Rajoelina renuncie”, declaró uno de los manifestantes a la BBC.
Las protestas, organizadas principalmente a través de redes sociales, se expandieron por todo Antananarivo. Jóvenes portaban pancartas y símbolos del manga japonés One Piece, emblema también de otras movilizaciones juveniles en países como Indonesia y Perú.
Decenas de muertos y vuelos suspendidos
De acuerdo con la ONU, al menos 22 personas murieron y más de 100 resultaron heridas por la represión policial, aunque el presidente minimizó las cifras al afirmar que solo hubo “12 muertes de saqueadores y vándalos”.
La tensión llevó a Air France a suspender sus vuelos a Antananarivo “hasta nuevo aviso”, mientras la Unión Africana expresó su “profunda preocupación” e instó a las partes a resolver el conflicto por la vía del diálogo.
Contexto político y social
Madagascar, una isla de 30 millones de habitantes frente a la costa sureste de África, vive sumida en una grave crisis económica y social: el 75 % de la población vive bajo el umbral de la pobreza y solo un tercio tiene acceso a la electricidad, según el Banco Mundial y el FMI.
El país ha experimentado múltiples levantamientos desde su independencia en 1960. El más recordado ocurrió en 2009, cuando una revuelta popular liderada por la CAPSAT obligó al entonces presidente Marc Ravalomanana a dimitir y catapultó a Rajoelina al poder.
Hoy, 16 años después, esa misma unidad militar vuelve a protagonizar un nuevo capítulo de rebelión, mientras el país enfrenta una posible fractura entre el ejército, el gobierno y una generación que exige un cambio profundo.