Rusia ayuda a China con tecnología y entrenamiento para una posible invasión de Taiwán

Rusia estaría suministrando a China tecnología militar avanzada y entrenamiento especializado para reforzar sus capacidades en caso de una invasión a Taiwán, según un informe del Royal United Services Institute (RUSI), con sede en Londres. El análisis, basado en más de 800 páginas de documentos filtrados, detalla contratos, listas de equipos y plazos de entrega que apuntan a una estrecha cooperación militar entre Moscú y Pekín.

Los documentos, obtenidos por el grupo hacktivista Black Moon, incluyen sistemas de paracaídas de gran altitud, vehículos anfibios ligeros, cañones antitanque autopropulsados y blindados de transporte de personal. El valor del contrato supera los 210 millones de dólares e incluiría entrenamiento en territorio chino para batallones aerotransportados y fuerzas especiales.

Una cooperación que acelera las capacidades militares de China

El informe sostiene que este acuerdo podría acelerar el programa aerotransportado chino entre 10 y 15 años, dotando a Pekín de capacidades para planificar operaciones de infiltración y despliegue rápido en territorio enemigo. Uno de los sistemas más sensibles es el Dalnolyot, un paracaídas diseñado para lanzar cargas de hasta 190 kilos desde altitudes extremas y permitir que las fuerzas especiales chinas se desplacen decenas de kilómetros sin ser detectadas.

Analistas del RUSI señalan que Moscú busca financiar su guerra en Ucrania y, al mismo tiempo, convertir a China en un socio militar dependiente de su tecnología. Algunos expertos incluso sugieren que Rusia podría intentar involucrar a Pekín en un conflicto con Estados Unidos sobre Taiwán para desviar la atención internacional de Europa del Este.

Aunque no existe evidencia directa de que Pekín haya decidido invadir Taiwán, altos funcionarios estadounidenses han advertido que Xi Jinping podría ordenar a sus militares estar preparados para un ataque en 2027. El acceso a tecnología rusa, entrenamiento y equipos avanzados refuerza esa posibilidad y eleva la tensión geopolítica en el Indo-Pacífico.

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