El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR) reveló que el expresidente sirio Bashar al-Assad habría sobrevivido a un intento de envenenamiento durante su estancia en Rusia, donde vive bajo asilo político desde que fue depuesto hace diez meses.
Según el informe difundido en su cuenta oficial de X, Assad fue hospitalizado en un centro médico a las afueras de Moscú y dado de alta la madrugada del 30 de septiembre. Una fuente privada aseguró que el exmandatario “había sido envenenado” en un operativo diseñado para avergonzar al gobierno ruso y acusarlo de complicidad en su posible muerte.
El acceso a Assad estuvo estrictamente restringido: solo su hermano Maher al-Assad y el exsecretario general de Asuntos Presidenciales, Mansour Azzam, pudieron visitarlo bajo un importante despliegue de seguridad. El estado de Assad fue descrito como estable, aunque no hay pruebas independientes que confirmen la versión del envenenamiento.
Asilo ruso y tensiones con Damasco
Tras ser derrocado el 8 de diciembre de 2024, Assad recibió asilo en Rusia, junto con familiares y allegados de su régimen. Desde entonces no ha sido visto en público y se presume que se encuentra bajo estrecha vigilancia de los servicios de inteligencia rusos.
Las nuevas autoridades sirias han exigido en varias ocasiones su extradición, demanda que Moscú ha rechazado tajantemente. El propio presidente ruso, Vladimir Putin, habría intervenido para garantizar la permanencia de Assad en suelo ruso.
Este episodio se suma a los rumores previos sobre problemas de salud del exmandatario. Ya a inicios de su estadía en Rusia circularon versiones de que Assad se había quejado de dificultades respiratorias, aunque nunca fueron confirmadas oficialmente.
Siria en la inestabilidad post-Assad
El supuesto intento de envenenamiento se produce en un contexto en el que Siria continúa sumida en inseguridad y fragmentación tras la caída del régimen. El grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS) controla amplias zonas del país, mientras que las minorías religiosas y étnicas enfrentan graves presiones en medio del vacío de poder.
El caso de Assad en Moscú, entre rumores de atentados y la protección rusa, no solo refleja la fragilidad de su situación personal, sino también la compleja red de intereses que sigue condicionando el futuro de Siria.