Mali suspendió las clases en todo el país tras una aguda escasez de combustible provocada por un bloqueo impuesto por milicianos vinculados a Al Qaeda. El ministro de Educación, Amadou Sy Savane, anunció el cierre temporal de escuelas y universidades durante dos semanas debido a las dificultades para transportar al personal y abastecer las instituciones.
El grupo Jama’at Nusrat al-Islam wal-Muslimin (JNIM), aliado de Al Qaeda, prohibió desde septiembre las importaciones de combustible desde países vecinos, dejando varados cientos de camiones cisterna en las fronteras y paralizando gran parte de la economía del país.
Las largas filas en las estaciones de servicio de Bamako y el aumento de los precios de productos básicos y transporte reflejan el impacto de la crisis. A pesar de los esfuerzos del ejército por escoltar los camiones desde las fronteras, varios fueron atacados o incendiados por los insurgentes.
El ministro aseguró que el gobierno “hace todo lo posible” para restablecer el suministro antes del 10 de noviembre. Sin embargo, el bloqueo agrava la ya frágil situación de seguridad en un país que enfrenta desde hace más de una década una insurgencia de grupos armados, incluidos aliados del Estado Islámico.
Advertencia de Estados Unidos
La embajada estadounidense en Bamako instó a sus ciudadanos a “abandonar el país inmediatamente” ante el deterioro de la seguridad y las interrupciones en el suministro de combustible. Washington también autorizó la salida del personal no esencial de su misión diplomática, advirtiendo sobre el riesgo de ataques y emboscadas en las principales carreteras.
El bloqueo yihadista busca aislar la capital maliense, incrementando la presión sobre la junta militar que gobierna desde el golpe de Estado de 2020. Mali, junto con Burkina Faso y Níger, mantiene una alianza militar respaldada por Rusia tras expulsar a las fuerzas francesas, aunque la presencia de mercenarios no ha frenado los ataques.
