La ola de protestas encabezada por la Generación Z en Marruecos cuestiona directamente a la monarquía y al gobierno de Aziz Akhannouch, en un contexto de represión, desempleo juvenil y malestar social por el gasto millonario destinado al Mundial 2030.

Una generación conectada que se organiza contra el poder
El movimiento juvenil “GenZ 212” ha tomado las calles de Marruecos desde el 27 de septiembre. Jóvenes de distintas ciudades como Rabat, Agadir, Marrakech, Uchda y Tánger desafían al régimen a través de movilizaciones masivas.
Lo que comenzó como un reclamo por mejores hospitales y escuelas se transformó en un grito contra la corrupción, el desempleo y el despilfarro estatal en estadios para el Mundial. Con TikTok, Instagram y Discord como principales herramientas de organización, el colectivo logró sumar más de 130.000 miembros en pocos días.
Violencia, represión y muertos en Lqliaa
Las protestas ya dejaron un saldo trágico: dos muertos y decenas de heridos en la ciudad de Lqliaa, cerca de Agadir, tras un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad. Según el Ministerio del Interior, los manifestantes intentaron ingresar en instalaciones policiales, lo que derivó en disparos y una escalada de violencia.
En varias ciudades se reportaron saqueos, incendios de bancos, choques directos con la policía y decenas de detenidos. Marrakech se convirtió en un símbolo de la rebelión cuando un grupo de jóvenes prendió fuego a una comisaría.

El Mundial 2030 en la mira de la protesta social
La monarquía marroquí proyecta el Mundial 2030 como un hito histórico y una vitrina internacional para el país. Sin embargo, para miles de jóvenes, este evento simboliza el despilfarro y la desigualdad.
Mientras el desempleo juvenil supera el 35% y muchas zonas carecen de hospitales, el Estado invierte fortunas en estadios de lujo y campañas de imagen internacional. De ahí surge una de las consignas más repetidas en las calles: “Primero salud y educación, después fútbol”.
Una rebelión generacional contra la monarquía
El malestar trasciende lo económico. Muchos jóvenes apuntan directamente a la monarquía como responsable de un sistema que consideran opresivo y desconectado de la realidad social. “El pueblo quiere el fin de la corrupción”, corean las marchas que se multiplican en Rabat y Casablanca.

El movimiento GenZ 212 ya es comparado con las protestas del Rif de 2016-2017, aunque con un alcance nacional mucho mayor y un carácter generacional inédito. La juventud marroquí no solo pide reformas: exige un cambio profundo en la forma de gobernar.
¿Un Mundial bajo fuego social?
La pregunta comienza a instalarse tanto dentro como fuera de Marruecos: ¿puede el país sostener su papel de anfitrión del Mundial 2030 en medio de una rebelión juvenil creciente y con víctimas mortales en las calles?
Lo que parecía un escenario de estabilidad para la monarquía y el gobierno de Aziz Akhannouch se ha transformado en el mayor desafío político en años. El desenlace de esta ola de protestas podría redefinir no solo el rumbo interno de Marruecos, sino también su proyección internacional.
Fotografías: mosaaberizing