El presidente de Madagascar, Andry Rajoelina, condenó los saqueos e incendios ocurridos en Antananarivo tras una jornada de intensas protestas por los frecuentes cortes de agua y electricidad. El mandatario pidió calma a la población malgache y denunció la destrucción de propiedades privadas y negocios.
“Ante los acontecimientos que han provocado saqueos y la destrucción de las propiedades y negocios de muchas personas, condeno las acciones destructivas y la destrucción que se está imponiendo al país”, escribió Rajoelina en su cuenta de Facebook, en un mensaje publicado desde Nueva York, donde participa en la 80ª Asamblea General de la ONU.
Las manifestaciones, reprimidas con gases lacrimógenos y balas de goma, dejaron al menos diez civiles y tres agentes heridos, según constató EFE. Ante la situación, las autoridades impusieron un toque de queda en la capital desde la tarde del jueves hasta la mañana de este viernes.
Toque de queda y suspensión de clases en Antananarivo
El general Angelo Ravelonarivo, jefe de un cuerpo de seguridad conjunto que integra a la Policía y al Ejército, declaró a última hora del jueves en televisión que “hay personas que se aprovechan de la situación para destruir propiedades ajenas”.
Múltiples comercios y algunas residencias –entre ellas viviendas de legisladores– fueron blanco de ataques incendiarios y saqueos, informaron medios locales. Además, las autoridades suspendieron las clases en las escuelas de la capital y distritos suburbanos de Antananarivo.
Los manifestantes, muchos de ellos jóvenes de la llamada generación Z, difundieron un comunicado en redes sociales afirmando que la movilización era pacífica y que los actos de vandalismo fueron obra de “grupos externos”.
“Los actos de degradación, de violencia y de incendio ocurridos al margen de este movimiento no pueden, en ningún caso, sernos imputados. Estos comportamientos corresponden a grupos externos cuyas intenciones se oponen al espíritu que ha guiado nuestra acción”, señala el texto.
Las marchas, extendidas también a otras ciudades del país, tienen su origen en el descontento social por los cortes de electricidad y agua, un problema persistente que en ocasiones se prolonga hasta seis horas diarias.