Países Bálticos en alerta máxima: maniobras rusas, incursiones aéreas y fuerte apuesta militar

Lituania, Letonia y Estonia refuerzan su seguridad ante la escalada de tensiones con Rusia y Bielorrusia: incursiones de drones en espacio aéreo aliado, ejercicios militares masivos y un salto histórico en sus presupuestos de defensa. Los países bálticos advierten que la estabilidad europea está en juego y piden respuestas más contundentes de la OTAN.

Incursiones aéreas y maniobras militares elevan la tensión en Europa del Este

En los últimos días, Polonia denunció la violación más grave de su espacio aéreo en décadas: 19 drones rusos ingresaron simultáneamente desde Bielorrusia, lo que llevó a Varsovia a invocar el Artículo 4 del Tratado de la OTAN para consultas de emergencia con sus aliados. Aviones de combate polacos y neerlandeses derribaron parte de los aparatos intrusos, mientras reforzaban la alerta aérea en todo el flanco oriental.

Esta incursión se produjo apenas horas antes del inicio de Zapad-2025, los ejercicios conjuntos de Rusia y Bielorrusia entre el 12 y el 16 de septiembre, con decenas de miles de soldados desplegados a pocos kilómetros de la frontera báltica. Estos ejercicios, organizados regularmente desde 2009, cobran ahora un sentido distinto: son las primeras maniobras de este tipo desde la invasión rusa a gran escala de Ucrania en 2022.

En Lituania, Letonia y Estonia —miembros de la OTAN y de la UE—, la percepción de amenaza se ha intensificado. Guardias fronterizos, ministerios de Defensa y autoridades políticas han pasado las últimas semanas reforzando protocolos, cerrando temporalmente sectores del espacio aéreo y movilizando tropas para ejercicios de respuesta rápida.

Rustamas Liubajevas, general del Servicio de Control Fronterizo de Lituania, afirmó que desde la guerra de Ucrania consideran a Rusia “un agresor potencial”. Recordó además que Moscú utilizó la presión migratoria como arma en 2022, trasladando miles de personas a Bielorrusia para desestabilizar a los países vecinos.

El salto presupuestario en defensa: de la advertencia a la acción

Los países bálticos se preparan para un giro histórico en gasto militar. Lituania ya anunció que elevará su presupuesto de defensa al 5 % del PIB en 2026, mientras que Letonia y Estonia también se comprometieron a incrementos similares para la próxima década. Este esfuerzo financiero apunta a ampliar divisiones militares, reforzar misiles antiaéreos, mejorar la infraestructura fronteriza y fortalecer la interoperabilidad con fuerzas aliadas.

Hasta ahora, la región destinaba entre 2,5 y 3,5 % del PIB a defensa, superando incluso a otros socios europeos de la OTAN. Pero la sensación de vulnerabilidad tras los drones rusos y los ejercicios Zapad-2025 llevó a fijar nuevas metas. “Rusia nos considera territorios que deberían estar bajo el control del Kremlin”, afirmó Linas Kojala, del Centro de Geopolítica y Seguridad en Vilna. “Si bien no creemos en una invasión inmediata, vigilaremos si las tropas actualmente estacionadas en Bielorrusia permanecen allí después de los ejercicios”.

El compromiso presupuestario conlleva desafíos internos: reordenar prioridades estatales, asumir nuevos endeudamientos y negociar con socios europeos para la adquisición de tecnología militar. Sin embargo, para la mayoría de analistas bálticos, es un costo inevitable para garantizar disuasión y supervivencia.

Lituania organizará en los próximos días sus propios ejercicios militares con Polonia, Estonia y Letonia, con participación de hasta 40.000 soldados, simulando escenarios de defensa conjunta ante ataques híbridos y convencionales. Esta demostración busca enviar un mensaje claro a Moscú y a Minsk: los bálticos no están solos.

Retos geopolíticos y el rol decisivo de la OTAN

Más allá de la inversión en defensa, los países bálticos reclaman un apoyo reforzado de la OTAN. Quieren más patrullas aéreas permanentes, sistemas de defensa antimisiles integrados y la presencia constante de fuerzas aliadas en su territorio. Tras la violación aérea en Polonia, la OTAN lanzó la operación Eastern Sentry, que moviliza aviones de combate, buques y sistemas terrestres para reforzar el flanco oriental.

En Riga, Tallin y Vilna creen que la estrategia rusa va más allá de maniobras temporales. Temen que Moscú construya infraestructuras militares permanentes en Bielorrusia, con capacidad logística para operaciones futuras. “La guerra en Ucrania comenzó de forma similar: primero ejercicios, luego tropas en la frontera y finalmente invasión”, recordó Margarita Seselgyte, del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Vilna. Muchos ciudadanos, incluso, contemplaron abandonar temporalmente el país con sus familias ante la cercanía de las maniobras.

FILE PHOTO: Estonian army reservists build a temporary razor wire fence on a border with Russia during a snap military exercise Okas 2021 near Meremae, Estonia November 20, 2021. REUTERS/Ints Kalnins/File Photo

El debate interno se centra ahora en cómo combinar defensa, economía y sociedad. Aumentar el gasto militar significa también reforzar campañas de comunicación, educación para la resiliencia civil y programas de protección ante ciberataques y propaganda extranjera.

Los bálticos insisten: la guerra en Ucrania es un dique que contiene la expansión rusa hacia el oeste. “Mientras Ucrania no pierda o no se firme un mal acuerdo de paz, estamos más o menos a salvo. Si esa guerra termina en algún momento, podríamos ser los siguientes”, advirtió Seselgyte.

En paralelo, líderes europeos y norteamericanos evalúan nuevas sanciones a Rusia y Bielorrusia, así como incentivos económicos para sostener el esfuerzo militar de los socios del este. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, reiteró que la Alianza “está preparada para defender cada centímetro de territorio aliado” y que cualquier agresión tendría “una respuesta unida y contundente”.

En este escenario, Lituania, Letonia y Estonia apuestan a una estrategia de disuasión permanente. Cada dron derribado y cada maniobra rusa al otro lado de la frontera son señales de advertencia: el equilibrio europeo está en juego. La OTAN y la UE enfrentan un test crucial para mostrar que la defensa colectiva es más que una promesa. Para los bálticos, reforzar su seguridad ya no es una opción, sino una cuestión existencial.

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