Las manifestaciones juveniles en Marruecos, que comenzaron el fin de semana exigiendo mejoras en salud y educación, derivaron en graves enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. Según cifras oficiales, al menos 263 agentes resultaron heridos junto a 23 civiles, mientras que más de 400 manifestantes fueron detenidos.
El país del norte de África atraviesa su cuarta noche consecutiva de disturbios, con incidentes en varias ciudades como Rabat, Casablanca, Agadir, Oujda e Inezgane. Testigos relatan que decenas de jóvenes levantaron barricadas, incendiaron autos y atacaron edificios públicos, mientras que las fuerzas de seguridad respondieron con cargas y arrestos masivos.
Gen Z 212: entre la protesta pacífica y la violencia en las calles
Las protestas son impulsadas por el movimiento juvenil autodenominado “Gen Z 212”, una agrupación sin liderazgo visible que se organiza a través de redes sociales como TikTok, Instagram y Discord. Si bien en comunicados públicos el grupo ha insistido en su compromiso con la protesta pacífica, durante la noche del martes varios sectores de las movilizaciones recurrieron a la violencia, incluyendo el lanzamiento de piedras y cócteles molotov.
El Ministerio del Interior informó que al menos 142 vehículos de las fuerzas de seguridad y 20 autos particulares fueron incendiados. Además, se registraron saqueos en bancos, comercios y edificios administrativos en las ciudades del sur y este del país.
La magnitud de estas manifestaciones no tiene precedentes desde las protestas de 2016 y 2017 en la región del Rif, cuando estalló un movimiento popular contra la corrupción y la falta de oportunidades.

Un grito que combina salud, educación y dignidad
Más allá de los hechos violentos, la base del reclamo sigue siendo la misma: miles de jóvenes exigen un sistema de salud accesible, educación pública de calidad y respuestas al desempleo juvenil, que supera el 35% según datos oficiales. Los manifestantes corean consignas como “Libertad, dignidad y justicia social”, evocando la memoria del 2011 y la Primavera Árabe.
Aunque el Ministerio del Interior aseguró que respetará el derecho a protestar “en el marco de la ley” y actuará con “moderación y autocontrol”, la realidad muestra un clima de represión y un choque directo entre la juventud y un Estado que prioriza la estabilidad política sobre los reclamos sociales.
Las próximas jornadas serán clave para saber si el movimiento logra sostenerse en el tiempo o si la represión termina por desarticular lo que ya es la mayor oleada de protestas en Marruecos en casi una década.